30 octubre 2009

El Lobby Israelí en Europa

Por Maidhc Cathail
Dissident Voice
Traducción de Witilza para http://putocracia.blogspot.com



En su famoso artículo El lobby israelí, de John Mearsheimer y Stephen Walt, éstos afirmaban que "algunos lobbies habían logrado modificar la política exterior de los EE.UU., pero ninguno como el pro-israelí ha logrado desviar su rumbo y al mismo tiempo convencer a los norteamericanos de que los intereses de EE.UU. y los de otro país - en este caso Israel - son esencialmente idénticos." Después de haber logrado controlar con éxito la política de Washington para darle un sentido mas favorable a Israel, el lobby pro-israelí ha decidido poner su mirada en Europa. A pesar de su aún corta presencia en Bruselas, parece que han tenido ya bastante éxito influyendo sobre la política exterior de la Unión Europea.

Una de las organizaciones más importantes -de las 60 que componen ese lobby- es la American Jewish Committee (AJC). Jeff Blankfort, un judio norteamericano y uno de los activistas más significativos del lobby, ha descrito a la AJC como el "Ministerio de Asuntos Exteriores de los grupos de presión." Ya en el año 2004 la AJC abrió una oficina en Bruselas con la idea de expandir su misión diplomática por el mundo. Desde entonces, según Blankfort, han organizado reuniones semanales con altos funcionarios y Jefes de Estado de los Estados miembros de la UE. Las reuniones parecen haber tenido el efecto deseado. Blankfort escribió en el 2006: "durante el año pasado, la UE se ha ido alejando de su apoyo parcial a los palestinos y ha ido adoptado una posición más en línea con las demandas de Israel."

Como parte de sus operaciones en Bruselas la AJC fundó en febrero de 2004 el Instituto Transatlántico (TAI) . Según su propia declaración de intenciones, el Instituto funciona como "un puente intelectual entre los Estados Unidos y la Unión Europea" con el objetivo de "fortalecer los lazos transatlánticos." Aunque el TAI se describe a sí mismo como "no gubernamental, no partidista e independiente", sus publicaciones dejan pocas dudas sobre su propósito de lograr en la UE a una posición más favorable a los intereses de Israel, tal y como los neoconservadores lograron hacer con la política de la administración Bush en Oriente Medio.

El director ejecutivo de la TAI, el Dr. Emanuele Ottolenghi, tiene una "especial afinidad con Israel" al igual que los neoconservadores estadounidenses. Antes de trasladarse a Bruselas, este académico italo-judío ejercía de profesor de Estudios Israelíes (una disciplina que Mearsheimer y Walt describen como "destinada fundamentalmente a promover la imagen de Israel") en el Centro para Estudios Hebreos y Judíos de la Universidad de Oxford,

y al igual que ocurre en el actual gobierno israelí y en otros grupos pro-israelíes de todo el mundo, las supuestas armas nucleares iraníes son la primordial preocupación de Ottolenghi en este momento,

eso sí, después de haber recibido su doctorado en ciencia política por la Universidad Hebrea de Jerusalén y coincidiendo con que el asunto de las armas de destrucción masiva en Iraq se está empezando a olvidar. En su libro de 2009 Under a Mushroom Cloud: Europe, Iran and the Bomb Ottolenghi insta a los europeos a detener el programa nuclear de Irán. A pesar de esa preocupación que muestra por las armas nucleares, sería sin embargo poco probable que apoyara su prohibición en todo el Oriente Medio ya que Israel es el único país de la región que actualmente las posee.

Los esfuerzos de Israel serían al final inútiles si no pudieran llegar a prevenir ese pretendido ataque nuclear iraní. Respecto a ese "hongo nuclear" que supuestamente se cierne sobre Europa, ¿quién podría olvidar (excluyendo a la prensa domesticada) esa cantinela que Condoleezza Rice repetía una y otra vez en el periodo previo a la invasión de Irak: "No queremos que la prueba del delito sea un hongo nuclear"? Esa frase fue obra de Michael Gerson, el redactor de los discursos por-israelíes de Bush. Por cierto que ese Gerson se enfureció tanto con las críticas de Mearsheimer y Walt al lobby, que terminó acusándoles de "sembrar la semilla del antisemitismo" en su columna del Washington Post.



¿Quién quiere una Cuarta Guerra Mundial?

Antes de que las autoridades europeas den crédito a esas opiniones "neutrales" de Ottolenghi, deberían familiarizarse con la tendencia geopolítica de Commentary, la revista en la que Ottolenghi publica su blog. Al igual que el Instituto Transatlántico, "el buque insignia del neoconservadurismo" en la década de los 70, esa revista Commentary también se fundó por el American Jewish Committe (AJC), el cual mantuvo su relación con la misma desde 1945 hasta 2006. Pero sobre todo han sido las opiniones políticas de Norman Podhoretz las que más han dominado en Commentary.


Podhoretz, que ha editado Commentary desde 1960, afirma que el 11 de septiembre de 2001 marcó el inicio de la IV Guerra Mundial (él considera que la guerra fría fue la III Guerra Mundial). "Estamos sólo en las primeras etapas de lo que promete ser una guerra muy larga", declara esta especie de decano del neoconservadurismo, e "Irak es sólo el segundo frente que se ha abierto en esa guerra: la segunda escena, por así decirlo, del primer acto de una obra de cinco". Independientemente de cuál fuera el incalculable precio que tendrían que pagar los Estados Unidos, tanto en vidas humanas como en dólares, el final de este drama sangriento sería lograr que a Israel no le quedaran mas enemigos. Coincidencia o no, en el 2007, el mismo año que Podhoretz publicó su libro World War IV: The Long Struggle Against Islamofascism, éste fue condecorado por la Universidad de Bar Ilán con el Guardian of Zion Award, premio que se otorga a los judios que han sido de gran apoyo al Estado de Israel.

Aquellos que cuestionan los motivos que llevan a Podhoretz a ese entusiasmo por la IV Guerra Mundial, o aquellos que piensan que su sionismo beligerante supone una amenaza mayor para la paz mundial que ese "fascismo islámico" que tanto denuncia, son siempre tachados de antisemitas. Ese "fascismo islámico" del que habla no es más que un concepto nebuloso que agrupa a entidades muy diferentes, como Hamas, Hezbollah, Siria, Irán y Al Qaeda.
No es de extrañar que los sionistas como Ottolenghi, en un claro intento de desacreditar a sus oponentes, afirmen que "el antisionismo es antisemitismo". Después de todo "la acusación de antisemitismo" como afirman Mearsheimer y Walt "es una las armas más poderosas del lobby".

Lo que es preocupante es que la propia UE esté legitimando el uso de este arma dialéctica por parte de los pro-israelíes contra todos sus críticos. A tenor de la definición de antisemitismo dada por la Agencia para los Derechos Fundamnetales de la Unión Europea, usted mismo sería un antisemita si estuviese de acuerdo con Mearsheimer y Walt y opinase que la presión de Israel y del lobby desempeñaron un papel fundamental en la decisión de invadir Irak, pero también lo sería si usted considerara que los intereses de Podhoretz y Ottolenghi son más leales a Israel que a sus propios países. Antes de llegar a esa definición de antisemitismo la UE consultó en el 2004 a varias organizaciones judías entre las que se encontraba el AJC. Obviamente se olvidaron de mencionar el caso de Jonathan Pollard cuando les preguntaron sobre la cuestión de la lealtad.

Pollard es un norteamericano de origen judío que está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua por el robo de miles de documentos mientras trabajaba como analista para la inteligencia naval de los EE.UU. a mediados de los 80. En Dangerous Liaison, Andrés y Leslie Cockburn escriben: "[Pollard] siempre sostuvo que estaba exclusivamente motivado por su lealtad a Israel, aunque también fuera generosamente remunerado por sus servicios." Según Claudia Wright, autora de Spy, Steal, and Smuggle: Israel’s Special Relationship with the US, esa remuneración pudo provenir del US-Israeli Binational Industrial Research and Development Foundation (BIRD). Cuando se requirió a Jordan Baruch, asesor en la Junta de BIRD, para que entregara un informe de auditoría, éste respondió: "aunque lo tuviera, no lo entregaría." Curiosamente fueron ese mismo Baruch y su esposa, "líderes del AJC desde hace mucho", quienes financiaron la Fundación Transatlántica.

En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el pasado 24 de septiembre de 2009, Benjamin Netanyahu calificó el problema de Israel e Irán como un conflicto "contra la barbarie". Podríamos etiquetar esa afirmación del líder israelí como el exabrupto de un demagogo si no fuera porque hay algo de verdad en lo que dijo.

Después de todo, ¿qué mejor palabra que "barbarie" para describir lo que le ha hecho Israel a los palestinos durante los últimos seis decenios?

¿Y cómo calificar los estragos que han dejado en Iraq esos partidarios de Israel en los Estados Unidos? ¿Y la devastación inimaginable que podrían estar preparando para los iraníes? La influencia de ese lobby israelí en Washington ha logrado que los Estados Unidos sean cómplices de esa barbarie. Si el lobby que está formándose en Bruselas tiene éxito, también lo será la Unión Europea.


Maidhc Cathail es escritor independiente, vive en Japón y escribe una columna para la revista Kansai Time Out. También escribe en la revista irlandesa Beo!